
La historia comienza una soleada mañana de 1923 y termina es a misma noche, cuando empiezan a retirarse los invitados de una fiesta que se celebra en la mansión de los Dalloway. Aunque en el curso del día suceda un hecho trágico -el suicidio de un joven que volvió de la guerra con la mente perturbada-, lo verdaderamente esencial de la obra estriba en que los hechos están narrados desde la mente de los personajes, con un lenguaje capaz de dibujar los meandros y ritmos escurridizos de la conciencia y de expresar la condición de la mujer de un modo a la vez íntimo y objetivo.
Casi ochenta años después de su aparición, La señora Dalloway conserva intactas la oscura belleza y la originalidad que le permitieron ingresar en la restringida familia de los clásicos del siglo XX.
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